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"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. Y los que leen lo que escribe en el dolor leído siente bien, no los dos que él tuvo mas sólo el que ellos no tienen. Y así en los rieles gira, entreteniendo la razón, ese tren de cuerda que se llama el corazón". (Fernando Pessoa)

martes, 1 de mayo de 2007

LAS TRES PALABRAS

Un Maestro le enseñó esta fábula a Samy Frenk, y éste me la enseñó a mí. Se la regalo a nuestros lectores:
"La palabra, antes de ser emitida, tiene que pasar por tres guardianes. Cada guardián le hace una pregunta a la palabra; si la respuesta es afirmativa, puede pasar al siguiente guardián.
"El primer guardián le pregunta a la palabra si es verdad.
"El segundo si es necesaria.
"El tercero si es compasiva.
"Sólo después de responder las tres preguntas, la palabra puede ser emitida."
En el origen, la palabra separó la luz de la tiniebla, sirvió para sanar y para hacer volar a las piedras. Hoy la desconfianza radical se ha apoderado del lenguaje. ¿O fue siempre la palabra un arma de doble filo, y nuestra nostalgia por una palabra fundadora no tiene base real? Lo que está claro es que la palabra se ha construído en una poderosa y cada vez más sofisticada arma para destruir, enfermar o confundir.
Cuántas palabras mentirosas, innecesarias y llenas de resentimiento andan circulando en nuestras ciudades. Y tantos que debieran callar, porque no tienen nada que decir.
"En las ciudades de habla y se habla y no se dice nada", decía Huidobro.
"En poesía, lo fundamental es saber quedarse callado", me enseñó una ves el amigo y poeta Diego Maqueira.
Si tuviéramos la valentía de exponer nuestra cháchara, nuestras mentiras, a los tres guardianes, otra atmósfera respiraríamos, pero hay una sobreabundancia de palabrería, se ha hecho un hábito el hablar por hablar, el vender pomadas, el ocultar realidades con bellos discursos. Por otro lado, andan muchas ideas hechas dando vueltas por ahí, y sobre las cuales muchas veces se fundamentan nuestras vidas, sin que nadie las haya puesto en duda. Lo paradógico es que las grandes verdades o ideologías disfrazadas de verdades científicas están cada vez menos expuestas al debate público.
La poesía funcionaria, sin pretensiones mesiánicas ni nada que se le parezca busca abrir las ventanas para que entren el aire y el viento que lo desordenan todo. Un periodismo sanador, un diario que haga bien al espíritu y al cuerpo, como las ostras, el sol y el viento. Proponemos mentir más de la cuenta para birlar a las falsas verdades, intentando subvertir uno de los géneros que más ha hecho daño a la vida (el periodismo), ejercitando el legítimo derecho a la ironía y al humor, pero con compasión. No queremos agregar más esquizofrenia a la que abunda hoy por todas partes, sino hacer que la palabra juegue, baile, haga cruces y nos permita saltar más allá de las pobres certezas que nos acorralan.
Ojalá el segundo guardián -a mi modo de ver, el más implacable- no shaga contestar afirmativamente su pregunta "¿es necesaria esta palabra?". Ojalá estas ficciones, estos cruces, estas noticias. sean necesarios y no parte de la chatarra comunicacional que nos rodea, de los ruidos que nos bombardean y nos hacen mal. Si no es así, pido a mis lectores que sean mis implacables guardianes.
Del Libro "Las Noticias que siempre serán Noticia".

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